Doña Florinda sale de su casa para sacar los ganchos del tendedero, pero uno se le cae y se agacha para recogerlos. En eso Don Ramón, quien caminaba leyendo el periódico, se tropieza encima de ella accidentalmente. Al principio él la confunde con el Chavo, pero al darse cuenta él intenta disculparse, pero Doña Florinda no lo acepta, y por ello él intenta convencerla de que cambie su estado de ánimo y que se ría de algo, pero solo logra que ella le llame «espantapájaros» y que diga que no se acostumbra a la porquería. Pero cuando él responde que ella no se ha visto en un espejo, ella se enfurece y lo persigue hasta darle una cachetada, ya que el Chavo se le interpuso cuando llegaba. Eso hace que Don Ramón lo culpe de ello e intenta retirarse, pero se vuelve a tropezar encima de Doña Florinda, provocando que ella lo quiera golpear de nuevo. Afortunadamente para él, Quico llegó de la escuela y le cuenta a su mamá que ganó una estrellita de niño bueno en la frente por portarse bien, y ella lo felicita dándole 5 pesos. El Chavo le dijo lo mismo a ella, pero al ver que no le tomó importancia se lo dijo a Don Ramón. Este la busca en la frente del Chavo, pero no la encuentra, ya que él se la había vendido a Quico. Al oír eso, Don Ramón remedó a Doña Florinda, quién le preguntó a Quico, confirmando lo dicho. Pero también se descubrió que el Chavo se había hecho su propia estrella cortándola con tijera y pegándosela en la frente con chicle, y que la estrella de Quico se la compró el Chavo a Elizabeth a un peso. Después de oír todo, Doña Florinda se mostró decepcionada, a lo cual su hijo respondió que había ganado 3 pesos, y ella se fue a llorar a la pared.
Don Ramón se retira a su casa, y Quico le pide perdón a su mamá, y ella lo perdona, pero diciendo que ya no podría volver a sonreír después de lo ocurrido, hasta que llegó el profesor Jirafales. Cuando él le iba a dar a Doña Florinda las flores, le dio sin querer unos papeles amarillos, los cuales eran las láminas de dibujo de los niños. Ella las quiso ver, pero el humo del puro la hizo toser, y después de algunas confusiones mientras intentaban tomar las flores, el puro y las láminas, entraron a la casa de ella. Ya adentro, cuando el profesor preguntó por el primer dibujo, Quico respondió que era «un tablero de ajedrez para principiantes». El segundo dibujo que mostró el profesor lo había hecho el Chavo, y después de que Quico intentara adivinar si era algún tipo de helado, el Chavo respondió que era un lápiz que había sido afilado muchas veces. El tercer dibujo mostrado era de Quico, e inicialmente el profesor pensó que era un niño sentado con un martillo en la mano, pero era una máquina de escribir con una sola tecla, por lo cual el profesor lo felicitó diciendo que podría ser pintor a futuro. Pero debido a un comentario del Chavo, él y Quico se pusieron a discutir, y el profesor los tranquilizó y mostró el siguiente dibujo, que era del Chavo. Se trataba de una carta escrita con la máquina del dibujo anterior. El siguiente dibujo era de Quico, y era, según él, un sándwich de huevo. El último dibujo era una hoja vacía, y representaba el desayuno diario del Chavo. En ese momento Doña Florinda llegó de la cocina trayendo el café y las galletas, y Quico le pidió todas, pero en lugar de darle 20, ella le dejó comer 18 por haberla engañado con la estrellita. Luego el profesor y Doña Florinda conversan sobre el hecho de que el Chavo no tiene nada que comer, mientras ellos junto con Quico se comen todas las galletas, sin dejar ninguna para el Chavo. Este sale de la casa y se esconde en su barril.
Al día siguiente, Don Ramón estaba recogiendo las sábanas del tendedero, hasta que llegó el profesor Jirafales, quien no tuvo un buen comienzo con Don Ramón porque se tropezó con él y porque este lo llamó “Maistro Longaniza”. El profesor fue a la vecindad para saber si el Chavo o Quico había hecho su caricatura, y cuando se la mostró a Don Ramón, este se puso a reír además de decir que le faltaba ladrar, pero se retractó; y el profesor se fue a la casa de Doña Florinda. Luego los niños regresaban del otro patio discutiendo por una pelota, y Don Ramón les dijo que el profesor había entrado a la casa de Doña Florinda preguntando por una caricatura. Los niños se asustaron, y Quico le propuso al Chavo que le diga al profesor que él había dibujado la caricatura a cambio de una torta de jamón. Más tarde, el profesor Jirafales preguntó al Chavo y a Quico por la caricatura, y después de que Quico le diera la torta de jamón por detrás, el Chavo se echó la culpa de haber dibujado la caricatura, y opuestamente a lo que Quico esperaba, el profesor felicitó al Chavo y lo premió con un paquete de galletas (bizcochos en Brasil) para él solo. Desconcertado, Quico se fue a llorar a la pared.