El Chavo del 8 1974 02×36 El platillo volador

El Chavo estaba jugando al balero con una lata, y cuando Quico lo vio, decidió mostrarle su balero de juguete, y decidieron jugar al balero para probar quién era el mejor después de que el Chavo dijera las reglas del juego y desesperara a Quico. Mientras jugaban Quico vio que el Chavo era muy bueno en el balero, y cuando fue el turno de Quico, éste empezó a distraer al Chavo diciéndole que en la puerta de la vecindad había una torta de jamón para hacer más puntos, pero él no vio nada. Quico insistía en que el Chavo viera la torta, pero empezó a darse cuenta de que era para hacer trampa, hasta que Quico le enseñó la torta de jamón que estaba escondida y que había dejado en la mañana, y se la empezó a comer.

Mientras Quico se comía la torta le preguntó al Chavo por qué no quería la torta, y él le dijo que no tenía hambre, y después de oír eso, Quico tiró el pedazo de torta que le quedaba al suelo, y el Chavo le increpó por ello diciendo que ese pedazo iba a dárselo a un amigo parecido a él y que se llamaba igual que él, y cuando Quico preguntó al Chavo por su nombre, salió Don Ramón de su casa para darle un encargo. Él se quejó ya que anteriormente le habían mandado tirar la basura, así que Don Ramón intentó convencerlo diciéndole que el favor lo podría hacer cualquier idiota, a lo que el Chavo dijo que mejor lo haga Don Ramón. Este le hizo notar que lo estaba insultando pero Quico se sintió aludido por lo de “idiota”. Para defenderlo, El Chavo dijo que Quico era más que Don Ramón, y éste último llamó a su mamá para confirmarlo. Y cuando Don Ramón aclaró que se referían al más idiota, recibió una cachetada de Doña Florinda, y ella junto con Quico se fue. Don Ramón le empezó a explicar al Chavo el favor que debía hacer, aunque al principio no entendía. Se trataba de que simule estar jugando a los astronautas y que cuando llegue el señor Barriga grite «Ya llegó el platillo volador». Quico oyó eso y empezó a preguntar por los platillos voladores, pero no encontró respuesta favorable, y se fue. Luego el Chavo empezó a gritarle a Don Ramón la susodicha frase varias veces, ya que el señor Barriga estaba detrás de él.

Don Ramón hace creer al señor Barriga que hay un platillo volador.

Don Ramón se puso a conversar en el señor Barriga, pero el Chavo se puso a interrumpir, y recibió un coscorrón de Don Ramón y se fue llorando al barril. Después de ello el señor Barriga preguntó a Don Ramón por lo del platillo volador, y le dijo que se trataba de un juego del Chavo, a lo que el señor Barriga respondió que él también creía en los platillos voladores hasta el punto de haber visto uno y dar lo que fuera por ver otro, pero finalmente insistió en cobrar la renta a Don Ramón. Él quiso seguir la conversación, pero al ver que no lo lograba, se puso a mirar y señalar arriba gritando para hacer creer al señor Barriga que había algo raro en el cielo, y Quico regresó al oír la palabra menso, y también se puso a ver arriba. Cuando por fin el señor Barriga miró hacia el cielo, Don Ramón dejó de gritar y se fue corriendo agachado. Quico dijo no haber visto nada y el señor Barriga le respondió no haber visto un OVNI[1], pero en su lugar vio un SEBI.[2]

Más tarde, el Chavo se puso a jugar con su balero de lata, hasta que encontró el balero de Quico y quiso jugar con éste, pero al ser muy pesado le ocasionó problemas con su pie y con Don Ramón, ya que cuando él venía leyendo el periódico se lo quitó con el balero sin querer queriendo. Él preguntó por el señor Barriga, y el Chavo dijo que aún estaba cobrando la renta en otros departamentos, así que le ordenó seguir con el plan del platillo volador que ya habían hablado antes para que cuando venga el él pueda esconderse en el baño encerrándose con llave. Adicionalmente, le dijo al Chavo que cuando el señor Barriga se vaya, grite «Ya se fue el platillo volador» para que pueda salir. Como el señor Barriga iba llegando el Chavo gritó la respectiva clave y Don Ramón se metió en el baño de su casa. Al mismo tiempo Quico salió y abrazó al señor Barriga confundiéndolo con su mamá, y era por lo que había gritado el Chavo, pero Quico dijo que no parecía un platillo sino un tinaco volador. Enojado, preguntó si Doña Florinda estaba, pero ella había salido. Cuando el señor Barriga se fue al departamento de la escalera, Quico le explicó al Chavo que su mamá había ido al mercado para comprarle un platillo volador de juguete. Eso hizo acordar al Chavo del plan y gritó que ya se había ido el platillo volador, y Don Ramón salió del baño. En ese momento Doña Florinda llegó con el susodicho juguete y Quico se alegró y gritó que ya había llegado su platillo volador, y Don Ramón se volvió a encerrar en el baño.

A Quico le encantaba su juguete, por lo cual su mamá le aconsejó a Quico cuidarlo mucho y no prestarlo a cualquiera. El Chavo se sintió aludido y Doña Florinda le respondió que ese tipo de juguetes no eran para gente torpe, y a Quico se le cae el juguete. Luego Doña Florinda se va y Quico la sigue para darle las gracias, y el Chavo aprovecha para lanzar el juguete un tanto lejos. Pero cuando Quico regresó y no encontró su juguete gritó que se había ido. Ello hizo que Don Ramón saliera de su baño y le diera las gracias a Quico, pero él no supo por qué. El señor Barriga bajaba las escaleras y el Chavo gritó que había regresado, y Don Ramón volvió a encerrarse. Quico volvió a gritar por su juguete, y él y el Chavo empezaron a discutir a gritos si había llegado el platillo volador, lo cual hizo enojar a Don Ramón, y salió de su casa pero fue sorprendido por el señor Barriga, quien se había dado cuenta de que el platillo volador al que se refería el Chavo era él, y él y Don Ramón empezaron a discutir. Mientras tanto, el Chavo se puso a comparar visualmente el barril y el palo del balero con el señor Barriga y Don Ramón respectivamente, y Quico se puso a reír hasta que preguntó por su juguete. Más tarde, Doña Florinda y Quico encararon al Chavo ya que pensaron que se había robado el juguete. Por otro lado, Don Ramón le decía al señor Barriga que no tenía dinero, pero éste no se lo creía. Por su parte, el Chavo le reclamó a Quico que le había robado una torta de jamón, y para evitar que los niños discutieran, Doña Florinda preguntó por la torta. Mientras tanto el señor Barriga descubrió que Don Ramón se escondía en el baño para no pagar la renta. Éste dijo adicionalmente que sólo tenía un plato de frejoles en el estómago. Simultáneamente el Chavo dijo que no había mordido la torta, pero doña Florinda volvió a preguntar por el juguete. Al mismo tiempo, Don Ramón dijo estar «en la quinta chilla»,[3] pero el señor Barriga seguía sin creer en él. Mientras tanto, el Chavo dijo que el juguete se la había llevado un niño que se parecía a él, y Doña Florinda le dijo a su hijo que no se junte con rateros. Por su lado, el señor Barriga se empezó a retirar de la casa de Don Ramón diciendo que era un ratero, y que se iba ya que era la primera vez que el Chavo no lo recibía con un golpe, pero cuando éste último lanzó el juguete de Quico, éste le cayó en la cabeza y se desmayó. Finalmente, el señor Barriga, inconsciente, dijo que los platillos voladores sí existen. Por desgracia, Quico vió su juguete todo partido, se puso a llorar; y así acabando el episodio.

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