El Chavo del 8 1977 05×31 Los dibujos de los niños

Doña Florinda sale de su casa para sacar los ganchos del tendedero, pero uno se le cae y se agacha para recogerlos. En eso Don Ramón, quien caminaba leyendo el periódico, la empuja accidentalmente creyendo que se trataba del Chavo. Don Ramón intenta disculparse, pero Doña Florinda no acepta, y por ello él intenta convencerla de que cambie su estado de ánimo, y que se ría de algo, pero solo logra que ella lo insulte y que diga que no se acostumbra a la porquería. Pero cuando él responde que ella no se ha visto en un espejo, ella se enfurece y lo persigue hasta darle una cachetada, ya que el Chavo se le interpuso cuando llegaba.


Eso hace que Don Ramón lo culpe de ello, y se va, pero vuelve a empujar por accidente a Doña Florinda, provocando que ella lo quiera golpear de nuevo. En ese momento llegaron la Chilindrina y Quico, y él le cuenta a su mamá que ganó una estrellita de niño bueno en la frente por portarse bien, y ella lo felicita dándole 10 pesos. El Chavo le dijo lo mismo a ella, pero no le tomó importancia. La Chilindrina le dice lo mismo a su papá, y que vendió la estrella a Quico, por lo cual Don Ramón imita a Doña Florinda. Ella le preguntó a Quico, confirmando lo dicho. Pero también se descubrió que la estrella en realidad se la había vendido el Chavo a la Chilindrina a un peso, y que él la había recibido de Ñoño a cambio de que le dejaran de pegar. Además, Quico le compró la estrellita a 5 pesos. Después de oír todo, Don Ramón le ordenó a su hija entrar a la casa, y ella se fue llorando, e incluso el Chavo se fue. Por su parte Doña Florinda llamó a Quico por su nombre real, Federico, dando a entender que estaba muy molesta con él, y se puso a llorar en la pared.

Tablero de ajedrez para principiantes, de Quico.
1/7
Quico seguía llorando, y su mamá decía que ya no podría sonreír después de lo ocurrido, hasta que llegó el profesor Jirafales, y Quico se fue lentamente. Cuando él le iba a dar a Doña Florinda las flores, le dio sin querer unos papeles amarillos, los cuales eran las láminas de dibujo de los niños. Ella las quiso ver, pero el humo del puro la hizo toser, y después de algunas confusiones mientras intentaban tomar las flores, el puro y las láminas, entraron a la casa de ella. Después de eso, Don Ramón los vio desde la puerta de su casa y los imitó burlescamente. Ya en la casa de Doña Florinda cuando el profesor preguntó por el primer dibujo, Quico respondió que era “un tablero de ajedrez para principiantes”. El segundo dibujo que mostró el profesor lo había hecho el Chavo, y después de que Quico intentara adivinar si era algún tipo de helado, el Chavo respondió que era un lápiz tajado muchas veces. El tercer dibujo mostrado lo había hecho la Chilindrina, y se trataba de una máquina de escribir con una sola tecla, por lo cual el profesor la felicitó diciendo que tenía aptitudes para la pintura. Pero debido a unos comentarios del Chavo, él y Quico se pusieron a discutir. El profesor detuvo la discusión y mostró el siguiente dibujo, que también era de la Chilindrina, y se trataba de una carta escrita con la máquina del dibujo anterior. El siguiente dibujo era de Quico, y era, según él, un sándwich de huevo. El último dibujo era una hoja vacía, y representaba el desayuno diario del Chavo. En ese momento Doña Florinda llegó de la cocina trayendo el café y las galletas, y Quico le pidió varias galletas, pero ella en lugar de darle 20, le dio 18, y salió de la casa seguido por la Chilindrina. Luego el profesor y Doña Florinda conversan sobre el hecho de que el Chavo no tiene nada qué comer, mientras se comen las galletas que ella había traído delante del Chavo, sin dejar ninguna para él.

Al día siguiente, Don Ramón barre el patio, pero cuando Doña Florinda lo ve, ella mueve lo que él ya había barrido frente a la casa de él, pero él seguía barriendo, hasta que recibe un escobazo. Él se “pone en guardia” imitando a un espadachín, pero ella lo amenaza con golpearlo de nuevo, ya que ella creía que estaba llevando la basura al frente de su casa. Cuando aclaró lo que iba a hacer con la basura, ella se enojó ya que Don Ramón se refirió a “el bote de la Florinda” que había afuera. Y en ese momento Quico llegó de la escuela, y Doña Florinda le ordenó a Don Ramón seguir barriendo el patio.Y cuando Quico le repitió lo mismo que su mamá, se salvó de un pellizco ya que ella regresó preguntando por el profesor, y Quico respondió que él le había puesto 10 en geografía por decir que el golfo más grande de México era Don Ramón, y éste tiró la escoba. Luego el Chavo y la Chilindrina llegaron, y ella decía que fue la única en levantar la mano cuando el profesor hizo una pregunta, y el Chavo dijo que era sobre si no habían estudiado. Él intentó defenderla al decir que tenía valor civil para confesarlo, pero el Chavo dijo que eso era cosa de todos los días. A ello Doña Florinda respondió que a ese paso la hija de Don Ramón será tan “burra” como él, y ésta última la llamó “vieja grosera”. Luego, el Chavo le dijo que no le haga caso, y sin querer empezó a comparar a Don Ramón con los burros, por lo que él se enojó y corrió a los niños del patio después de que Doña Florinda se fue. En ese momento llegó el profesor Jirafales, quien tuvo un mal comienzo con Don Ramón porque se tropezó con él y porque éste lo llamó “Maistro Longaniza”. El profesor fue a la vecindad para saber quién había hecho su caricatura, y cuando se la mostró a Don Ramón, éste se puso a reír además de decir que le faltaba ladrar, pero se retractó; y el profesor, algo molesto, se fue a la casa de Doña Florinda. En ese momento los niños regresaron del otro patio, y después de que Don Ramón les contó lo que pasaba, él descubrió que Quico había dibujado la caricatura gracias a la Chilindrina, y ella y su papá se fueron a su casa. Quico estaba asustado, y le propuso al Chavo que le diga al profesor que él había dibujado la caricatura a cambio de una torta de jamón. Más tarde, el profesor Jirafales preguntó al Chavo y a Quico por la caricatura, y después de que Quico le diera la torta de jamón por detrás, el Chavo dijo haber dibujado la caricatura, y opuestamente a lo que Quico esperaba, el profesor felicitó al Chavo y le regaló un paquete de galletas. Decepcionado, Quico se fue a llorar a la pared.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *