Los Simpsons 10×11 A Bart salvaje nadie puede destrozarlo

Homer está disgustado por el equipo de béisbol de Springfield, los Isótopos, ya que siguen perdiendo todos los partidos y deja de acudir a verlos. Al final de la temporada, se acerca un día a la taberna de Moe, y descubre que el bar está lleno viendo emocionados el partido de los Isótopos. Al preguntar a Moe la razón de tanta gente, Lenny y Carl le cuentan a Homer que el equipo juega las play-off, y el partido es el que puede llevar a la liga profesional a los Isótopos, hecho que Homer le hace cambiar de opinión, y apoyar al equipo, que acaba alzándose con la victoria y ganando el campeonato.

Para celebrar la victoria, Barney, Carl, Lenny y el propio Homer se emborrachan y se van a celebrarlo montados en el coche de Homer. Al ver el campo de béisbol del colegio de primaria de Springfield, empiezan a vandalizar dentro de la propia escuela.

A la mañana siguiente, Homer se despierta con una impresionante resaca y ve expectantemente la noticia del vandalismo de la escuela. Clancy Wiggum, el jefe de policía, opina, sin prueba alguna, que es una fechoría de unos jóvenes vándalos, e impone el toque de queda a todos los jóvenes de Springfield al caer la noche. Ante tal injusticia, Bart y Lisa se aburren. Al ver por la tele el anuncio de la película The Bloodening, deciden violar el toque de queda y, junto a sus compañeros, se dirigen a verla, con el consiguiente arresto por la policía.

Entonces, imitando a los niños de la película, deciden contar los secretos de los padres. Adoptando el mismo acento británico de los personajes de la película, van contando los secretos vergonzosos de los ciudadanos adultos por la radio, en un programa llamado Conocemos todos tus secretos.

Ante tal despropósito, el alcalde Quimby decide convocar una asamblea, dónde se decide parar con el problema. El jefe de policía, con la ayuda del profesor Frink, descubren el escondrijo de los jóvenes. A la orden de bajar, los jóvenes protestan. Ante el ruido de la protesta, los ancianos convocan un referéndum que desemboca en un toque de queda impuesto a los menores de setenta años.


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